El País Ana Camarero
“Correr, correr y correr. Aquellos pasillos infinitos, amplios y luminosos eran el entorno ideal para echarse unas buenas carreras. No podía contenerse. Para cualquier otro niño de su edad, 5 años, acudir al supermercado con sus padres habría provocado un enfado monumental. Para Javier, muy por el contrario, el hecho de ir a comprar suponía un divertimento. Un momento de ocio en el que disfrutaba escondiéndose entre las estanterías, correteando entre sus galerías y toqueteando, si nadie le veía, algún que otro producto que estuviera a su alcance. Por el contrario, para sus padres, Diego y María, la tarde se presentaba como un verdadero calvario.”(more)