El País Adrián Cordellat

“A las ocho de la mañana, cada día del curso académico, miles de preadolescentes y adolescentes españoles matriculados en ESO y bachillerato entran en las aulas de los institutos. Lo hacen somnolientos. Aún medio aletargados, más dormidos que despiertos. Su jornada continua se extenderá como mínimo hasta las dos y media de la tarde, por lo que en el mejor de los casos no comerán hasta las tres de la tarde. Así ha sido durante mucho tiempo. Y así seguirá siendo este curso escolar en la mayor parte de España. El problema, señalan los expertos, es que estos horarios van en contra del reloj biológico de los adolescentes, lo que significa que viven en un jet lag permanente.”(more)